23 de marzo de 2020

Adherencia

Existe una cualidad que nos retroalimenta en la mordaz existencia desde los ojos que nos observan. Referencias que nos soslayan a las interminables vueltas del circuito subjetivo.

A lo largo de los años, nos subrayan una y otra vez en apartados del pensamiento; nos reescriben, nos borran, nos dibujan, nos llaman.  Y es que cuando uno se desdibuja de su propia mirada, ya no existe la voz que nos acompaña. Quedamos varados a la incertidumbre del por qué no hay nadie más. Parece que nadie más nos puede ver.

Algunos tienen miedo del silencio, otros lo ansían por tantas voces que recorren su organismo. 
Solo al final sabremos cuántas miradas y voces nos acompañan; lo que realmente tenemos y lo que abandonamos para no regresar. Lo que perdimos, y lo que nos ata a la mortalidad; lo que nos persigue y a los que buscamos.

¿Qué crees que te espera?