3 de octubre de 2021

Sedimentos

-¿A dónde vamos?-preguntó Tej.

-Quiero mostrarte algo-dijo Yeaq con una sonrisa, pero escondiendo una gran seriedad-.

Yeaq estaba más alegre y vestía con ropa más nueva. Tej también se sentía mucho mejor en su vida. Se acompañaban mutuamente e iban recorriendo distintos lugares de la memoria.

Yeaq sostenía la mano de Tej, guiándole en el camino.

-Ahora creo recordar más el recorrido.

-¿Sí? 

-Sí, cuando viajaba en soledad buscando mis tesoros. Ya casi llegamos.


Tej divisó a lo lejos una casa maltrecha. 


-Llegamos-mientras Yeaq miraba fijamente allí-.

-¿Estás bien?

-Sí, quiero mostrarte dónde vivía antes.


Entraron en una casa algo maltrecha, y frente a una puerta abierta Yeaq se paró a mirar.

-¿Así quedó todo?

Tej miró todo, contemplando aquella deteriorada habitación.

-¿Vivías acá?

-Sí, acá me mantenían.

-¿Quiénes?

-Ella y él.

-¿Y dónde están ahora?

-No lo sé, ya no están. Y a pesar de que no me hacían muy bien... Sé que de alguna forma me cuidaron.

-Lo entiendo, yo también tuve los míos.

Yeaq miró a Tej, y seguido de ello buscó entre los escombros algo.

-Te doy esto.

Tej tomó un sobre.

-Son algunos retazos de mi pasado. Te los confío.

Tej abrazó a Yeaq.

-Gracias por la compañía y el cariño.

-A vos también. Un montón.

-Quiero llevarme algunas cosas para mi futuro-comentó Yeaq más animada-.

-Sí, dale. Te ayudo y te acompaño.


Yeaq y Tej sonrieron, juntaron un par de cosas y regresaron a su camino. 


31 de julio de 2021

Alegorías

 -Han estado por aquí.-dijo Alle mientras observaba unas pisadas-.

-¿Por qué no le dejas en paz?-preguntó el confundido Lé.

-Nos abandonó y debe pagar las consecuencias de sus actos.

-No, hay que dejarla ir.

Alle sacó su látigo y lastimó a Lé.

-No. Vamos a buscarla.

-S...Sí...-Lé se acariciaba sus recientes heridas en el piso-.


Alle, con su impetuosa forma de buscar, encontró rastros: una suave cama de lino dentro de un improvisado refugio de ramas y piedras.


-¿Quiénes son ustedes?-preguntó una voz desde unos matorrales.

-¿Qué te importa?-contestó Alle.

-Soy Lé, y Alle. Estamos buscando a alguien.

-Nosotros también buscamos a alguien.-contestó otra voz-.

-Podríamos buscar juntos, ¿cómo se llaman ustedes?

-Me llamo Ann, y él Jú.-mientras él seguía con la mitad de su cuerpo escondido-.

-Excelente, ¿por dónde irán?

-Al contrario de ustedes, creo. No estamos seguros. Venimos de por allá.-Y señaló el contrario-.

-Bueno, vámonos Lé, no perdamos más tiempo; no estamos lejos.

-Pero... -Y antes de seguir, Alle le mostró el látigo-.


Ann se impresionó y se puso enfrente de Lé. Alle le miró con impresión y con mucha molestia.

-Vete, que esto no te concierne.

-No quiero. No le hagas daño.


Alle bufó y se fue por el camino que estaba siguiendo.

-Ya sabés, Lé, sabrás después qué te sucede si no seguís conmigo.


Lé miró a Ann, le agradeció con la mirada y se fue corriendo hacia Alle.

En ello, se le cayó una fotografía. Jú salió por completo y se acercó. Tomó aquella imagen con sus manos.      


-¿Quién es ella?

-No lo sé.


Voltearon la foto y atrás decía algo. "Yeaq".





11 de junio de 2021

Prístino

 -¡NO!

Yeaq se levantó de un sobresalto.

-¿Estás bien?- le preguntó el joven Tej-.

Yeaq contempló al preocupado Tej y con una especie de satisfacción le contestó suavemente.

-Sí, no sé qué pasó. Tal vez una pesadilla.

-Bueno, no te preocupes. Yo estoy acá.

-Gracias. Durmamos.

Ambos volvieron a recostarse, cada uno en su improvisada cama. Las ramas se quebraban acordemente dentro del fuego de la fogata que Tej prendió.

La noche era fresca, veraniega. Tej tuvo la idea de hacer fuego para protegerse. A Yeaq no se le había ocurrido: usualmente pensaba en que no importaría demasiado lo que ocurriese con ella.


-Yeaq. 

Ella respondió levemente, preguntando qué pasaba.

-¿Qué pensabas?

-Recordaba un poco.

-¿Puedo saber?

-Recuerdo cuando viajaba sola. Realmente no importaba mucho lo que me sucediese, yo solo buscaba mis tesoros.

-A mí sí me importa. ¿Cuáles tesoros? Si es que se puede saber.

-Es muy largo de explicar.-Dijo mientras tocaba unas vendas-. Ahora sé que me alegra que estés.

-Digo lo mismo. Gracias.


Yeaq quedó completamente dormida y Tej le acompañó al rato, pero siempre alerta de protegerla. 

Con muchos ánimos, se levantó a preparar un desayuno para ella y a ordenar el lugar para que se sintiera cómoda al despertar.


-Te quiero mucho.- Dijo con dulzura-.



2 de mayo de 2021

Cercanías

 -¿Cómo llegaste a estar así?

-¿Así?- mientras se tocaba las cicatrices de su espalda, pies y brazos-. Simplemente me quedé esperando en el mismo lugar, como me dijo.

-¿Y no te molesta haberlo hecho?

-¿A mí?-preguntó con gran humedad en los ojos y una sonrisa-. No, yo solo obedecí.

-¿Valió la pena?

-Tal vez...-dijo mirando al suelo-.

Con gesto gentil, él se acerco a ella y le tocó el hombro.

-Sé cómo es.-Y mostró una gran cicatriz en su espalda-.

Ella acarició suavemente.

-¿Te duele cuando acaricio?

-No. Me calma. 

-Esta cicatriz es mi más reciente- dijo ella en confianza y mostró sus brazos-. Me quedé esperando donde me dijo, y cayeron estacas de arriba.

-¿Y por qué no te moviste?

-Porque le estaba esperando... Y estaba protegiendo esto. -Saca algo envuelto en un pañuelo de tela de color marrón claro-. Pero fue en vano.

-¿Puedo ver?

-Sí.

Él tomó con cuidado el objeto envuelto, y con lentitud lo develó. 

-¿Un reloj?

-Sí. Hace años ya no funciona.

-¿Y por qué estás tan descubierta de abrigo?

-Porque ellos necesitaban mi ropa. 

-¿No tenés frío?

-Todo el tiempo.

-Ven, en mi bolso tengo algo de abrigo.-Le tendió un hermoso súeter-. Te lo regalo.

Ella abrió los ojos y agradeció. Se lo colocó y ya no tenía tanto frío.

-Está anocheciendo, ¿acampamos?

-Sí. Hace rato estamos caminando.


Él y ella se recostaron bajo un techo de piedra y durmieron juntos, lejos del río que una vez los acompañó en el principio de su encuentro.




17 de abril de 2021

Visionario

 Con sangre en sus pies, ella siguió caminando hasta que se desplomó, en estado de inanición y con una mente maltrecha.


-Hola, ¿cómo estás?

Ella reaccionó, intentando apartarse, pero su cuerpo cansado no podía moverse.

-No te preocupes. Acá hay algo de agua. 

Ella no quería tomar realmente, no quería alimentarse. Sin embargo, la paciente compañía de aquella persona le hizo hacer el intento

Él sonrió.

-¿Cuál es tu nombre?

Con dificultad, ella con voz casi inaudible:

-Me llamo Yeaq. 

-Qué bonito nombre.

-... ¿Y tu nombre?

-Cada tanto me invento un nombre. Pero no sé cuál darme ahora. ¿Cuál me pondrías?

-No lo sé, yo también tengo muchos nombres. Me llamo Yeaq para simplificar. 

-Oh. 

Él quedó pensativo y Yeaq le observaba. Estaba bien vestido, pero parecía muy confundido. 

Y supo qué decirle.

-Te voy llamar Tej.

-Me gusta, gracias.

Sonrieron. Yeaq se animó un poco mientras se frotaba sus pies lastimados y decidió seguir hablando.

-¿Vale la pena seguir?

-Sí. -Dijo con mucha seguridad-.

-No sé si deba seguir.

-Yo creo que sí. Te lo dice alguien que estuvo destrozado.

Ella sonrió. 

-Gracias.

-De nada.


Hubo un poco de silencio. 

-¿Me acompañás?

-Sí, vamos.


En una lúgubre noche, corría el río cerca de ellos; yendo a quién sabe dónde.

24 de marzo de 2021

Dromaniro

 -Suelta el arma.

-No... No puedo, es peligroso...

-Suéltala.-Miró con firmeza-.

-No, ¡NO!

Y disparó. 

Volaron fragmentos de cristal, de un espejo. PUM, PUM.

Tocan la puerta...

-Qué... ¿¡Qué pasó!? ¿Por qué estás así?

-Tengo miedo...

-¿A qué? ¿A quién?-Acercándose a revisar las heridas-. 

-AUCH. 

-Disculpa, no entiendo estos fragmentos de espejo en tu cuerpo. Algunos están muy clavados...

-Fue su culpa.- Y levantó un dedo señalando-.

-Pero...

-No cuestiones lo que digo. Allí está.

-No, es que solo...

-¡No cuestiones lo que digo!


PUM. 


-Lo siento.-Y limpió la sangre-. Estás demente. Eso era un espejo.



18 de marzo de 2021

Trebejo

Un resplandor verdoso se manifestaba en una habitación deteriorada, con un colchón totalmente partido a la mitad, con focos destruidos y con un espejo roto lleno de polvo.

En las cicatrices aún se sentía ardor y un frío extremo. Con total aflicción, se arrodilló ante una abertura de la pared a extraer una caja de madera intacta: papeles y objetos diversos guardados.

Sus manos temblorosas sostenían el órgano blanco mármol palpitante que fue resguardado hace muchos años, incapaz de mantenerlo dentro de  su cuerpo malherido. Latía a destiempo. Dolía en el pecho. No sabía si servía. No sabía si lo utilizaría.

Un cuaderno grueso con miles de recuerdos escritos y visuales. Una tecla de piano encontrada en un hueco del brazo. Cuerdas que rodeaban todo el escenario y al ser que visitaba el cuarto semi-abandonado. Grietas en la piel por el esfuerzo sobrehumano de librarse.

¿Quién sostendrá las cuerdas esta vez? ¿Alguien las cortará o se cercenará su estructura vital?

13 de marzo de 2021

Manivela

Desolados paisajes recorrían los ojos; una devastadora matriz los arrastró al profundo hueco del suelo. No quedaba nadie más.

"Mátame", le dijo. "Mátame para que puedas sobrevivir", insistió. Sus cuerpos ya estaban muy malheridos, un golpe brutal más y ya podrían morir.

Vaciló, como cualquier persona lo haría si la persona que adora le pidiera eso. Sin embargo, prefería ser ella quien se sacrificara. 

Luego de un abrazo, ella se cortó el cuello y se dejó desangrar. Él solo sostuvo su cuerpo, mientras lloraba y le agradecía por su vida. Ella aún tenía ternura en sus ojos antes de su último destello de vida. 

"Jamás vas a arrepentirte". 

Con las manos temblorosas, guardó el reloj de ella y sacó el oxígeno que le quedaba. Respiró y salió del hueco con mucho esfuerzo. 


El paisaje cambió: era hermoso, pero solitario. 

Ópalo

-Te traje comida, come.-le dijo ella-.

Casi sin apetito, comió lo que pudo y le regresó el plato de aquella comida insípida.

Al rato, vino él y se quedó por unas horas. Le trajo un par de cuadernos, hojas blancas, acuarelas, lápices y lapiceras para su suministros.

Si Yeaq no hablaba, él no lo hacía. Si Yeaq no lloraba, él no la consolaba. Y cuando por fin se sentía mejor, él se iba.

Yeaq no sabía el nombre de ninguna de estas dos personas, solía simplemente estar en una habitación sombría, con esquinas descoloridas y una ventana tapada con maderas, a excepción de un pequeño hueco para ver el exterior. 

Se recreaba escribiendo y pintando cuadros lúgubres. Cada tanto pasaba el tiempo mirando por aquel hueco de la ventana, donde a veces entraba luz. Y cada cierta cantidad de tiempo, aparecía alguna voz para hablarle que daba un poco de color a su hábitat, hasta que se iba.


Yeaq, cansada de esa vida, decidió escapar y a romper gradualmente aquel hueco, mientras lo tapaba con sus creaciones para que ellos no se den cuenta.

Sin embargo, ella se enteró y azotó a Yeaq, dejándole fuertes heridas; y él la curó como pudo, quien se percató que apenas podía ayudarle así y no a escapar. Él apoyaba a Yeaq, y quería que fuera feliz, pero ella era muy fuerte.


Yeaq escapó de alguna forma, gracias a la fuerza de él, quien quedó medio muerto; se lastimó con las espinas del camino lleno de matorrales, donde a veces se escondía de la inquisidora búsqueda de ella.


Pasó el tiempo, las hojas caían aún. 


Nadie sabe qué pasó con Yeaq. Sus diarios se perdieron y su memoria le abandonó. 


15 de febrero de 2021

Fress

     Encuéntrame en la salida de un túnel y vivencia la recaída de mi mente; mientras estaré sosteniendo una pequeña caja de madera con papeles de mi pasado.

    Si me escuchas, te mostraré cada papel y te diré recuerdos de una vida pasada. 

    Sabré lo que te duele con tan solo escucharte y ver tus manos. No prometo nada, pero mis piezas podrían ayudarte un poco. 

    Tengo principios de hipotermia en el corazón y solo busco algo de compañía antes del final. 

    Extrañaré cada botón que encontré en el camino que he recorrido. Cada persona tiene un botón único, pero yo no encuentro el mío.

    Tal vez puedas ayudarme a hallarlo. O quizá no, pero por lo menos mi mente no estará tan desvariada. 

    Ver el cielo me hace soñar con estar allí alguna vez.


8 de febrero de 2021

Zedira

En la más olvidadas de las tierras estacionarias, Sea y Mirr cabalgaban por la áridas planicies y mesetas. Por un momento pararon para beber agua por la sed que provocaba el calor abrasador y Sea sacó del bolsillo interior de su uniforme un sobre marrón.

-Llegó esta carta.

-Qué curioso, acá no llega la correspondencia. ¿Sabe de quién es o a dónde iba dirigido?

-Realmente no, pero la comandante me ordenó enterrarla por esta zona para que no llegue al cuartel. Como a la mayoría de lo extravagante.

-¿Entonces por este lugar están cartas y otros papeles desterrados?

-Sí, hace años debo hacer este trabajo. Aunque también hay objetos.

-¿Hacía falta que yo venga?-dijo mientras se limpiaba con un pañuelo el sudor de su frente-.

-Esta vez sí. Así son las órdenes. 

-Bueno, pero ¿por lo menos podríamos leerla?

-No, pero no te voy a negar la libertad de leer algo que hay que desterrar. Yo una vez lo hice.

-Vaya, quiero ver entonces.

Sea le extendió el sobre, Mirr lo recibió, sacó una hoja doblada y la desplegó.


"Estimada, te escribo esta carta para recordarte lo mucho que te extraño. Quisiera saber si en estos días podría..."


-¿Qué pasa? ¿Por qué paraste?

-...

-¿Estás bien?

-Esta carta es demasiado intensa. No puedo seguir leyendo.

-Interesante. Te pasó lo mismo que a mí la primera vez. Por eso ya nunca más leí.

-Comprendo... entonces sigamos con el trabajo. ¿Esta zona está bien?

-Sí. Cavemos.


Con la tarea finalizada, Mirr tomó un largo sorbo de agua hasta percatarse de una persona caminando a lo lejos.

-¿Quién es?

-¿Quién? Ah, es Yeaq.


Yeaq parecía ser una mujer, con harapientas ropas y los ojos vendados; palpando el suelo, temblando y pareciendo buscar algo.


-¿No podemos ayudarle?

-No, ya lo intenté muchas veces. Se empecina en buscar los objetos desterrados, de sentirlos; no quiere volver a la colonia hasta encontrarlos a todos.

-¿Y por qué tiene los ojos vendados?

-Es su castigo por buscar objetos y papeles viejos. 

-Y si dejara de buscarlos, ¿le quitarían la venda?-preguntó con interés-.

-Quizás.


Se subieron a sus caballos y antes de alejarse de esas tierras áridas y arenosas, Mirr vio cómo Yeaq usaba a su favor una ventisca de viento para desterrar un viejo reloj. Al tocarlo, su rostro pálido y sus labios tristes cambiaron a una gran luminosidad, lágrimas y sonrisas de alegría. Sostenía ese reloj con suavidad y le acariciaba con cariño; como si ya lo hubiera tenido antes. 

10 de enero de 2021

Questático

 Conceptualmente hay una infinidad de materializaciones acerca de la vigorosa llama interior de los seres.

Algunos las buscan para cazar, otros para deleitarse en un momentáneo goce; y otros para guiar sus variaciones motoras. ¿Hay alguna otra razón?

¿Acaso hay alguna otra alternancia que tenga un consenso mayor? ¿Es que no se puede hallar otra validación al acto?

Y los tesoros que recolectamos no serán más que abrojos de nuestras ilusiones y consternaciones. Unas cinestésicas mostrencas.  

¿Qué se espera en la impunidad de la certeza inconexa? ¿Y en la aberraría del absurdo asincrónico?

Y en los martirios de la viveza, allí hay vid de sabor amargo, y por tanto, interminable. Pocos logran terminar sus botellas, las cuales se acumulan al siguiente explorador. 

¿Pudiste?