11 de junio de 2021

Prístino

 -¡NO!

Yeaq se levantó de un sobresalto.

-¿Estás bien?- le preguntó el joven Tej-.

Yeaq contempló al preocupado Tej y con una especie de satisfacción le contestó suavemente.

-Sí, no sé qué pasó. Tal vez una pesadilla.

-Bueno, no te preocupes. Yo estoy acá.

-Gracias. Durmamos.

Ambos volvieron a recostarse, cada uno en su improvisada cama. Las ramas se quebraban acordemente dentro del fuego de la fogata que Tej prendió.

La noche era fresca, veraniega. Tej tuvo la idea de hacer fuego para protegerse. A Yeaq no se le había ocurrido: usualmente pensaba en que no importaría demasiado lo que ocurriese con ella.


-Yeaq. 

Ella respondió levemente, preguntando qué pasaba.

-¿Qué pensabas?

-Recordaba un poco.

-¿Puedo saber?

-Recuerdo cuando viajaba sola. Realmente no importaba mucho lo que me sucediese, yo solo buscaba mis tesoros.

-A mí sí me importa. ¿Cuáles tesoros? Si es que se puede saber.

-Es muy largo de explicar.-Dijo mientras tocaba unas vendas-. Ahora sé que me alegra que estés.

-Digo lo mismo. Gracias.


Yeaq quedó completamente dormida y Tej le acompañó al rato, pero siempre alerta de protegerla. 

Con muchos ánimos, se levantó a preparar un desayuno para ella y a ordenar el lugar para que se sintiera cómoda al despertar.


-Te quiero mucho.- Dijo con dulzura-.