2 de mayo de 2021

Cercanías

 -¿Cómo llegaste a estar así?

-¿Así?- mientras se tocaba las cicatrices de su espalda, pies y brazos-. Simplemente me quedé esperando en el mismo lugar, como me dijo.

-¿Y no te molesta haberlo hecho?

-¿A mí?-preguntó con gran humedad en los ojos y una sonrisa-. No, yo solo obedecí.

-¿Valió la pena?

-Tal vez...-dijo mirando al suelo-.

Con gesto gentil, él se acerco a ella y le tocó el hombro.

-Sé cómo es.-Y mostró una gran cicatriz en su espalda-.

Ella acarició suavemente.

-¿Te duele cuando acaricio?

-No. Me calma. 

-Esta cicatriz es mi más reciente- dijo ella en confianza y mostró sus brazos-. Me quedé esperando donde me dijo, y cayeron estacas de arriba.

-¿Y por qué no te moviste?

-Porque le estaba esperando... Y estaba protegiendo esto. -Saca algo envuelto en un pañuelo de tela de color marrón claro-. Pero fue en vano.

-¿Puedo ver?

-Sí.

Él tomó con cuidado el objeto envuelto, y con lentitud lo develó. 

-¿Un reloj?

-Sí. Hace años ya no funciona.

-¿Y por qué estás tan descubierta de abrigo?

-Porque ellos necesitaban mi ropa. 

-¿No tenés frío?

-Todo el tiempo.

-Ven, en mi bolso tengo algo de abrigo.-Le tendió un hermoso súeter-. Te lo regalo.

Ella abrió los ojos y agradeció. Se lo colocó y ya no tenía tanto frío.

-Está anocheciendo, ¿acampamos?

-Sí. Hace rato estamos caminando.


Él y ella se recostaron bajo un techo de piedra y durmieron juntos, lejos del río que una vez los acompañó en el principio de su encuentro.