-¿Estás bordando mi nombre?
-Sí, ¿te gusta?- dijo con una gran sonrisa-.
-Me gusta tu forma de bordar, pero tú sabes que...
-No te gusta tu nombre.
-Así es. Lo siento si arruiné tu trabajo.
-No te preocupes...-mientras desbordaba-...Debí tener en cuenta eso. Tu nuevo nombre te gusta más.
-Sí...
Ella le miró con ternura, sabiendo la gran batalla que tuvo por elegir un nombre con el cual sintiera comodidad. Cuando estaba a punto de terminar de desbordar, sonó una alarma.
-Parece que es hora.
-Pensé que no llegaría a vivir esto... No siento que tenga todo listo y...
-Tranqui, ya se solucionará. Yo creo que tienes todo. Toma este jugo-se levanta y busca un vaso para tenderle la bebida-. Sé que te relajará.
-Gracias por tu preocupación.
-No hay de qué, sabes que yo siempre estaré para lo que necesites. -Sonríe y le devuelven la sonrisa-.
Estaba atardeciendo, y él apareció.
-Tea, estás aquí. Te estuve buscando por todos lados. -Ella lo miró-.
-Solo estaba pensando. -Él la miró con fastidio-.
-No te entiendo. No sé cuál es tu interés por esta habitación quemada con una ventana sin vidrio y con un espejo maltrecho. ¿Te trajiste una silla?
-Sí.
-¿Y este jugo?
-Tengo sed a veces-dijo con indiferencia-.
-Vaya que eres extraña. Sinceramente no sé cómo esperas conseguir algo de esta vida siendo así. -Ella lo miró con intenso enojo, queriendo golpearlo-.
-No sé cómo esperas tener ganancias hablando conmigo.-Tomó sus herramientas de bordado y con desdén se alejaba de él, quien se acercó rápidamente a ella y la tomó del brazo bruscamente-.
-Tú me darás ganancias, tu padre así me lo prometió. -Tea movió su brazo para safarse-.
-Eres un idiota.
Él la cacheteó con mucha fuerza, dejándole una marca en su cara.
-Pero eres mía hasta que tu familia pague la deuda.