16 de diciembre de 2020

Contingente

-¿Estás bordando mi nombre?

-Sí, ¿te gusta?- dijo con una gran sonrisa-.

-Me gusta tu forma de bordar, pero tú sabes que...

-No te gusta tu nombre.

-Así es. Lo siento si arruiné tu trabajo.

-No te preocupes...-mientras desbordaba-...Debí tener en cuenta eso. Tu nuevo nombre te gusta más.

-Sí...

Ella le miró con ternura, sabiendo la gran batalla que tuvo por elegir un nombre con el cual sintiera comodidad. Cuando estaba a punto de terminar de desbordar, sonó una alarma.

-Parece que es hora.

-Pensé que no llegaría a vivir esto... No siento que tenga todo listo y...

-Tranqui, ya se solucionará. Yo creo que tienes todo. Toma este jugo-se levanta y busca un vaso para tenderle la bebida-. Sé que te relajará.

-Gracias por tu preocupación.

-No hay de qué, sabes que yo siempre estaré para lo que necesites. -Sonríe y le devuelven la sonrisa-.


Estaba atardeciendo, y él apareció.

-Tea, estás aquí. Te estuve buscando por todos lados. -Ella lo miró-. 

-Solo estaba pensando. -Él la miró con fastidio-.

-No te entiendo. No sé cuál es tu interés por esta habitación quemada con una ventana sin vidrio y con un espejo maltrecho. ¿Te trajiste una silla?

-Sí. 

-¿Y este jugo?

-Tengo sed a veces-dijo con indiferencia-.

-Vaya que eres extraña. Sinceramente no sé cómo esperas conseguir algo de esta vida siendo así. -Ella lo miró con intenso enojo, queriendo golpearlo-.

-No sé cómo esperas tener ganancias hablando conmigo.-Tomó sus herramientas de bordado y con desdén se alejaba de él, quien se acercó rápidamente a ella y la tomó del brazo bruscamente-.

-Tú me darás ganancias, tu padre así me lo prometió. -Tea movió su brazo para safarse-.

-Eres un idiota.

Él la cacheteó con mucha fuerza, dejándole una marca en su cara.

-Pero eres mía hasta que tu familia pague la deuda. 


24 de noviembre de 2020

Susurros

 -Mi alteza, ¿cuánto tiempo más va a perder mirando por la ventana? Ha estado así desde que Segismundo dejó de vivir hace tres días.

-Todo lo que haga falta, Petrol. No logro entender cómo fue que alguien envenenó esa flor. Debe haber alguna explicación.

Petrol le sirvió una taza de té a Aristicia. 

-Disculpe mi atrevimiento, pero si no toma su té, es imposible que pueda irme a hacer mis otros labores.

Aristicia se volteó a mirarle y asintió. Tomó unos dos sorbos de té y le pidió a Petrol que se fuera.

Volviendo a su insistente labor de mirar por la ventana, observó una luz titilante desde unos arbustos de afuera de su residencia.

-¿Qué es eso? 

Aristicia se levantó de su pensamiento letárgico y se dirigió hacia las escaleras a investigar. En el camino, Petrol la observó y se dirigió a ella con cortesía.

-Lady Aristicia, ¿a dónde se dirige?

-A observar las flores del jardín. Como siempre lo hago, ¿verdad?

Petrol asintió.

Aristicia siguió su camino, evitando sospechas de los demás. Mientras atravesaba los largos pasillos en silencio, recordaba a Segismundo: aquellos juegos que solían tener en su niñez, las ocurrentes travesuras que le obligaba cometer. "¿Por qué alguien buscaría matarle? No era mala persona, solo algo inquieto."

Luego de salir de la residencia, y a medida que más se acercaba a los arbustos, su corazón latía con más fuerza que antes. "¿Por qué estoy indagando tanto? No encontraré ninguna respuesta aquí". Entre el gran silencio, ella se sumergía más y más en sus pensamientos.

-¿Qué estás buscando? Dijo una voz en susurro.

Aristicia gritó del susto. Como mejor pudo, se reincorporó.

-¿Q-quién eres?

-Ya deberías saberlo, lady. Con voz suave y grave.

...




11 de noviembre de 2020

Prisma

 -Mientras sigas persiguiendo el color, más te hundirás en la espesa oscuridad. Sería mejor que no continúes evitando las líneas, ellas son las únicas que te permitirán encontrar un curso. Y si tanto temes la adversidad, ¿por qué estás presente ahora? 

-No puedo marcharme aún.

-¿No quisieras?

-No lo sé, prefiero no pensar en eso, pero ¿cómo hago para avanzar?

-Mira el camino que has hecho antes de continuar. ¿Lo recuerdas? ¿Lo puedes ver?


Matorrales donde se escondía, poco visibles. Un cable colgado, sin forma alguna. Filosas hojas enterradas. Mustios ropajes. Cadenas rotas guardadas en bolsos. Piedras en los bolsillos.


-Nada me sirve para avanzar.

-¿Qué harás ahora?

-Cavar otra vez.

-¿Por qué?

-Es hora de buscar algo que no recuerdo qué es.


Uñas rotas. Agua que forma barro. Sudor y hastío.


-¿Para qué te esfuerzas tanto?

-Es la única forma que me queda.


Agua limpia. 


-¿Se podrá tomar?

-No lo sé, pero probaré. Tal vez pueda...


Con tanto cansancio, se cae. Olvidó nadar. Y ya no estaba aquel espejo. 

Burbujas incesantes, visión borrosa. Ojos que se cierran.

31 de octubre de 2020

Trundle

 En la bendita suerte que ha recaído en mi molesta existencia mortal, he decidido comenzar otra vez a vacilar en la cuerda mortal de la envergadura de tus palabras. 

Tal vez no lo entiendas, quizá no lo comprendas; puede ser que todo lo olvides en un par de segundos.

Tu mente no está acá. Ha recaído en un abismo de curiosa incertidumbre. ¿Puedes oírme? Pareciera que ya no. Y yo he caído en tu inocente juego de concomitante agonía. 


Dulce soporte de la miseria. ¿Volverás a verme entre tus objetivos de ilusión?

¿Maniobrarás una suculenta contención de consternación? ¿O será que librarás a mi mar de sombríos pasajes?



Por supuesto que podré sacarte de allí. 

Pero una extraña figura se torna en mi ventana. No deja verme más allá. Tardaré en regresar al núcleo una vez más. 

See you later, my sweet.

10 de octubre de 2020

Afliction

-On the modernity anomaly, I think about if the moon was a serial muniction in the past.

-Really you expect a porpose of it?

-Of course. You?

-No, the gravity show me the original imperfection of us.

-Where are you come down like this?

-You know.


In the space of they stares, I remembered a sound. A beautiful and melancolic music.

 I wanna hear you again.



20 de septiembre de 2020

Muerte

Segismundo contemplaba por la ventana, mientras Aristicia intentaba remanar en una hoja de papel de la mesa.

-En mi ventana crece una flor.-Comentó Segismundo-.

-¿Tú la plantaste?

-No, empezó a crecer el otro día. Primero era un brotecito, y luego no sé... Como si ya estuviera planeado que creciera allí. -Dijo pensativo-.

-¿Cómo te hace sentir eso?-Distraída como siempre ante las incomodidades de su interlocutor-.

-Más que una flor, parece una espina. No puedo sacarla.-Con leve pesar-.

-¿Quieres que la saque?-Un poco molesta frente al papel-.

-No. Es simplemente una flor. Ya me acostumbraré a ella. 

Silencio.

Aristicia siguió en lo suyo mientras Segismundo tocaba su pecho con mucho dolor, como si de una puñalada se tratase. Con gran tapujo, intentó caminar hacia la puerta de la habitación, pero se desmayó a unos pasos de esta.

De la sorpresa, Aristicia se levantó de su silla y corrió tan rápido como pudo. Con ese accionar, generó un poco de brisa con la cual el papel cayó por la ventana.

Ella gritó lo más fuerte que pudo por ayuda, hasta que notó el puño cerrado de Segismundo. Con susto y lágrimas en sus ojos, lo abrió con su mejor esfuerzo y notó una pequeña flor roja.




-Aristicia, lamento decirle que alguien colocó veneno en la flor de la ventana.


16 de septiembre de 2020

Roncero

Madrugada violácea, que se marchita poco a poco en la sanidad de la hora.

Las hojas caen tal y como se desplazan las ideas. Recorría la noche y el día en compañía de simples manzanares, despinzando unas morenas lejías. 

"¿Ya es suficiente?", se preguntaba mientras contentaba irónicamente una mugrienta sequía de plantías mentales; y con lentitud se violentaba intentando palmar una mera romería. 

Los calcinados correntíos eran muy visibles: no quedaba nada para salvar durante los armisticios.


Con sudor en su plana frente, decidió excavar un viejo cajón de madera con una hoja de papel.

"Eres lo último que queda" comentó, y sin tapujos rasgó parte de su piel para obtener tinta roja. 

Con severo cuidado, resguardó la hoja otra vez y, con amargo sabor, cayó al sediento suelo. 


Desde entonces nadie volvió a escuchar su respiración. 


3 de septiembre de 2020

Miscelánea

La tesis del poblano es como una simetría de números y lupino. Comprende desde la bioluminiscencia de las antorchas voladoras hasta aquellos pimientos rojizos del cobertizo de 
la munisalva. 
Siempre que puede, recorre los pasillos en busca de fragmentos inocuos que le ayuden a pensar una querella que se pueda resolver. Y como buen infesto humano, puede hallar algo de utilidad para su propósito. 

Descuidado, corpulento, sinuoso y como si fuera muriato, siempre sabrá perturbar el orden del lugar. 

¿Cómo detenerle? Sabe demasiado para ser parte de un simple corrillo. 

"¿Cómo detenerle? Es simple, no tiene razón de existir ahora; deshacerse de él toma en cuenta 5 pasos", pensaba el General de la Manutención. Pero cuán fue su sorpresa cuando notó que le conocía de un viejo entorno institucional.

"No puedo hacerte nada", pensó el General,  y guardó el espejo del salón. 

30 de agosto de 2020

Portuario

 -Eres un insensato.



En colinas transparentes se escondía un murmullo de un sujeto soez, y de inhabitable mente. Los vientos azotaban las cortezas mentales del joven vacilante, a quien le escurría las cenizas del tiempo por sus manos.


-¿Por qué has terminado?


Manchas en un lienzo no acabado. Hojas rotas y oscuros silencios. Llamas agitando la corteza visual del maldito ser humano que se hallase allí.


-¿Tenemos que seguir?


Armario lleno, repisas repletas de cajas pesadas, con recuerdos que ya no podrán ser recordados. Sombras y relojes persiguiendo al desvergonzado soldado.


-No lo sé.


Con paso vacilante, se fue hasta la puerta. "No debí golpear tan fuerte". Un puño bien tenso y manchado que provoca dolor en la mente mezquina de este individuo, y gotas saladas en su mejilla.


-Lo siento.


24 de agosto de 2020

Weiche Tage

 Una caminata rumiante, un lazo entre los dedos.

-¿Aún me quieres?

Una leve sonrisa. Ojos al horizonte.

-¿Viste aquello?

Despiste, emoción.

-Un arcoíris.

-Sí. Quisiera tenerlo en mis manos.

-Yo creo que ya lo tienes.

Caricias en la mano. 

-Me das color. Y siento ese arcoíris fluyendo en mi corazón cada vez que toco tu mano.

Suelta la mano.

-No tienes que depender de mí para sentirlo. Todos tenemos colores dentro.

Mira a los ojos.

-Tu mirada... Es como si pidiera que...

-Eso quisiera.


Nubes rojizas, pasto cálido con una tenue brisa.

Ojos cerrados. 

Notas suaves. 

Glückliches Herz.



22 de agosto de 2020

Carmesí

 En siluetas se movía una estrepitosa sensación, buscando el momento adecuado para ver la luz.

¿La has visto circular por aquí? Algo busca, sutilmente, bruscamente. A veces llega y otras veces se esconde.

¿No la has notado? Se ha guardado en tu bolsillo, esperando que la tomes con tus manos.

Que ojalá pueda coincidir en tu músculo bombeante de sangre. Palpitando suavemente, ¿le oyes?

¿Alguna vez le dejarás vibrar? ¿O solo le guardarás en la sombra?


Es sinuoso, simplemente saldrá por capricho de verte saltar. Porque así es el sentimiento que tanto anhelabas.

Una memoria y un horizonte. 


17 de agosto de 2020

Botón

 Me observaba una y otra vez, buscando alguna referencia en mí.

-¿Qué estás buscando?

-Algo que pueda reconocer.

Con angustia y  arrebato, marcha hacia la puerta.

-No quiero saber qué has hecho.

-Si no recuerdas, no podrás avanzar.

Una mueca, un pensamiento: "¿Hay algo para remediar? No quiero saber."

-Dije que no.

-Entonces tendrás que quedarte conmigo hasta que recuerdes.

En el piso, intentando pensar cómo hacer.

Horas.

Días.

Meses.

Años.

¿Qué importa? El tiempo seguirá pasando. Solo debo convencer con alguna mentira.

-¿No puedo irme?

-No, hasta que lo sepas.

-Es que ya lo sé. Sonrisa fingida.

-¿Y qué es?

-Pues... tú sabes... El relicario.

Sorpresa.

-Sí... Puedes irte.

¿Eso era todo? Bueno, no es de importancia. Puedo salir.


Dolor al corazón.

-Me duele.

Soledad.





22 de julio de 2020

Circu

-Repasemos el misterioso reflejo que te siguió en la habitación, tal vez hallemos una explicación circunstancial. ¿A quién has invadido?
-A nadie.
-¿Y de quién son estas hojas escritas?
-De nadie.
-¿Y cómo llegaron estas margaritas a tu cama?
-Allí no hay nada.
-¿Y por qué no hay nada?
-Quién supiera decirte... ¡Es que no lo sé!
-¿Me voy?
-No.

¿Por qué tiene tantas margaritas? ¿Y de dónde salieron estas manzanas mordidas sin terminar?

-¿Te gustan las manzanas?
-No. 

Miré sus ojos. Estaba diciendo la verdad. Tomé sus manos.

-¿Por qué tus manos están tan frías?
-Porque hay un agujero en mi frazada.

Solté sus manos. Me recosté en su cama para comprobarlo y me dormí. 

Cuando por fin abrí los ojos, ya no estaba. Mi circulación se detenía lentamente pero sentía satisfacción, y dije finalmente:

-Ahora entiendo esta circunferencia. Gracias.




20 de junio de 2020

Sabor

Una y otra vez tocando teclas; saboreando melodías y recordando patologías y serviles momentos.
Toca y toca hasta que le sangran los dedos. Se le rompen los huesos y tiembla en la desazón. "¿Dónde ha ido a quien he perdido?", se pregunta reiteradamente.
"¿Por qué partiste sin mí?"

Teclas de marfil con sonidos apagados y grises. Un libro turquesa sobre la mesa. Un último recuerdo. 
Una caricia perdida y hombros caídos.

Ojos cerrados y sueño profundo. Hasta que...

Un amarillo suave en la habitación. Lila inundan mis ojos. 
-¡Has vuelto!
-Así es.

Madera lustrosa y suave algodón. 
Dulce comida y amargo mate hoy.

Noche misteriosa.

8 de junio de 2020

Plícito Imex

Axolias en mis pies.
Mareas y pensamientos discordantes.
Comentarios degradantes, y miserias andantes.

Toscos monasterios, tristes cotejos.
Cocoteros rumberos, y reflejos malandantes. 
Caparazón bermellón y pamperos tiplisonantes. 

¿Saladero bimestral o catalejo en la epistolar? 
"Allá hay un matadero anual, prueba salir sin llorar".
No, no hay camino de vuelta al llegar.

¿A dónde irás?
"No puedo volver a las rosadas y acarameladas nubes".
¿Y si... consumís un poco de amarga huasca en tu espalda?

"Posiblemente lo haga".

4 de junio de 2020

Tuti Frutti

Mis manos en esa creación, tan maravillosa... Se extendía de mi centro hacia la nube que pasaba por el cielo.
Tuve la oportunidad de sostenerlo y de contenerlo en un frasco que se erigía hacia la trinidad de la habitación.

Por la ventana están pasando vehículos transparentes, llevando personas tristes y contingentes de sufrir o ser felices.
Bajo el puente se escuchan colores grises con manchas coloridas. Unos personajes adornando las visiones enmudecidas de las esquinas.

Tal vez hayan otros olores que me regresen a casa. O quizá unas manchas que me recuerden una sonrisa gastada. Una que ya no existe.

Luces y mareos detrás de las piedras. ¿Por qué te desconcierta perderte? 


8 de mayo de 2020

Crominancia

Decidí visitar la fuente cristalina del centro. Para mi sorpresa, del otro lado de donde estaba llegando le encontré: sentado, fumando un cigarrillo dorado, con una mirada perdida en el bosque que estaba al alcance de pocos metros. 
Me acerqué y saludé. Rompí su trance y me miró. Me senté a su lado.

-¿Viste el traje azul que usaba en la ceremonia de la vacilación? Ese que me regalaste en las estrelladas noche de la conmemoración. Se tiñó un poco de rojo y negro cuando caí en espinas y tinta oscura. Ahora forma figuras que me asustan de noche y hacen cesar mi oxigenación.- Le dije-.

Me miró con un poco de preocupación, pero cambió hacia el desdén, viendo otra vez el bosque y contestó:

-Siempre has sido torpe; no hay nada para remediar lo que has hecho. Y si quisieras, podrías conseguir otro. -Lo decía mientras producía sus bocadas de humo.

Con dolor, le dije: 
-El problema es que se ha pegado a mi piel. Y la herida empeora cada vez que intento sacármelo.

Con molestia en sus ojos verdes, comentó:
-Entonces tendrás que arrancarte la piel también. Porque no podrás volver a dormir.
-Pero dejaré de sentir. Y sufriré al no disfrutar del calor ni de las caricias. Yo... Yo... -No podía hablar y nos quedamos en silencio-.

Mientras secaba mis lágrimas con mi pañuelo blanco, de forma abrupta se voltea y dice:
-Bueno, haz lo que quieras. No es mi problema en realidad. Tuviste todo el tiempo a tu favor y lo tiraste al fuego para ver el color.

Se levantó, tomó su sombrero marrón de caminante y tiró su cigarrillo a la fuente, contaminando esa pulcritud que tanto adoraba. Se estaba yendo por el sendero oscuro. 
Mientras le veía marchar, noté que no volteó ni un sola vez.

La noche se manifestaba mientras buscaba mi reloj. No había notado que se había caído en mi trayecto y pensé que estaría por allí. 
El agua se tornaba cada vez más y más negra. Ya no brillaba con la luz lunar. Pareciera ser que no podría ver mi reflejo nunca más.


23 de marzo de 2020

Adherencia

Existe una cualidad que nos retroalimenta en la mordaz existencia desde los ojos que nos observan. Referencias que nos soslayan a las interminables vueltas del circuito subjetivo.

A lo largo de los años, nos subrayan una y otra vez en apartados del pensamiento; nos reescriben, nos borran, nos dibujan, nos llaman.  Y es que cuando uno se desdibuja de su propia mirada, ya no existe la voz que nos acompaña. Quedamos varados a la incertidumbre del por qué no hay nadie más. Parece que nadie más nos puede ver.

Algunos tienen miedo del silencio, otros lo ansían por tantas voces que recorren su organismo. 
Solo al final sabremos cuántas miradas y voces nos acompañan; lo que realmente tenemos y lo que abandonamos para no regresar. Lo que perdimos, y lo que nos ata a la mortalidad; lo que nos persigue y a los que buscamos.

¿Qué crees que te espera?

6 de febrero de 2020

Hu

-¡Podrías haberme esperado!
-No, el tiempo arrasa con todo. No puedo sostener la cuerda con tanta agua. Tendrías que haber pensado mejor esto.


Me miró con tristeza porque no quedaban muchas horas más. Me abrazó, y se largó. 

Se llevó mis recuerdos, mis banalidades terrestres, mis poemas aún sin terminar; palabras incoherentes, razones mezcladas y grama.


Y es que puede ser que esta mordaz trampa de la ilusión nos ata a la tierra, y de a poco nos hunde. Las piedras también acompañan, se caen en la cabeza y luego se rompen: se hacen arena. Y cuando se mira arriba, no hay más que neblina y lluvia. 



Barro, uñas desechas, piernas y brazos cansados. Mente perdida y sed. Esa agua es sucia.