27 de septiembre de 2019

Cortinos

Eran cortinas normales. 
Me lo repetía una y otra vez, intentando convencerme que simplemente eran cortinas normales. Lo grabé y lo reproducía con mi celular infinidad de veces. A cada momento del día me lo recordaba.
A veces les sacaba fotos, grababa, las tocaba. Eran cortinas normales. Nadie se daría cuenta; sé que a las personas no les importa unas cortinas de ese color. Son simplemente eso: cortinas que se cuelgan para tapar la ventana y guardar privacidad por dentro por sobre las personas que pasan por fuera.

Yo me convencí que lo eran y hace unas horas dejé esa manía. Me sentí más tranquilo, y creo que mi mujer también; pero hace meses no me habla. No sé por qué. A veces la llaman, pero ella no contesta. Quizás está molesta, y como siguen insistiendo, me llaman a mí. Yo les mando fotos de las cortinas y se quedan tranquilos. 
Mi mujer se quedó en el patio, y cuando le digo de entrar a comer, no quiere entrar.

Las cortinas nos miran. Deben saber el secreto, pero son cortinas normales. No me pueden hacer nada. Son cortinas normales.
Son cortinas normales. Son normales. Son, son, son, son. Hijo, ¿dónde estás? Perdón, no quise lastimarte. Ya es tarde, hay que lavar las cortinas. Hay que lavar. Cortinas. Normales. Son. 

Es tarde, me tengo que ir; te dejo las cortinas. 

11 de septiembre de 2019

Luz

  Hay un reflejo, una mirada que cala por fuera. No sé de dónde viene esa presión, pero puedo sentirte una vez más por acá. ¿Y si aparto mis ojos de lo que está frente a mí?
  Miro el suelo, mis pies que aún me mantienen; agotados de tanto caminar y sin nada que desear. ¿Tuviste que provocar mi alejamiento? Sé que seguís ahí. No puedo huir de lo que ves.
  Pensamientos que aún vuelan cerca de mí, y no puedo ver colores. Es como si ellos se derritieran y se evaporaran por el temblor de mi cuerpo.
  Levanto mi cabeza lentamente y te vuelvo a mirar, y no es algo que me resulte amenazante como antes. Ojalá supieras lo que pienso y llegaras a salir de ahí. ¿Alguna vez podrías? No creo, pero vale intentarlo.

  Intento llegar a vos, aunque pareciera ser que solo ensucio más tu imagen, ¿debería dejar de intentarlo? ¿Habría algo que me detuviese realmente de sacarte de allí? Sé que si sigo intentándolo, vas a romperte. 
  Tengo la certeza que no hay nada que pueda hacer para que no te fragmentes. Si al fin y al cabo, solo sos mi reflejo...

5 de agosto de 2019

Sinestesia

Cuentan que se batalló una gran pelea en los antiguos pasajes del pabellón de la ciudad.  
En aquella época, trataban a los más solemnes como unos retratistas de la realidad e incluso, a veces, los llamaban conquistadores de la filosofía. Yo no lo recuerdo, pero, sin mentir y con creces, la palabra de aquella persona cambió todo eso.
Llegó en una madrugada, lleno de vacilación aunque con valor diciendo lo que nadie había pensado. Qué grata sorpresa haber dado cuenta que era una existencia olvidada. Pensé que quizá habría otras consideraciones, y que podría formar parte de una transformación sin precedente.

Fue triste hallar su cuerpo en aquel acampado. Y a pesar de que falleció, lo que dijo quedó en mí como fuego que calienta e ilumina el pesar que sobrevive en mí. 

26 de junio de 2019

Brillo verdoso

En mis instancias de orador en las afueras de la ciudad, brevemente me encontré y fasciné por la belleza de aquel acantilado. Era verdoso, y bajo la luna llena podía verse aquel brillo del agua corriendo. Lo consideraba el lugar perfecto para pensar.
Fui constantemente allí a desflorar mis sentimientos; deseando escenarios y triunfos, pero también maldiciendo mis penurias. Ese lugar era mi calma y mi tormento, ¿o yo lo era?


Una noche, pensé que estaba solo, sin embargo me sorprendió escuchar una voz femenina  que le rezaba a aquel acantilado, y vi que era una joven de rodillas. Me sorprendió, estaba vestida de un vestido holgado, de color blanco mármol, con una corona blanca entre sus cabellos. Intenté llamar su atención, pero noté que estaba con los ojos cerrados y orando con fuerte voz. 
A medida que me acercaba, escuchaba mejor lo que decía: "llévame esta noche, oh, acantilado". Quedé confundido, ¿a qué se refería?
Cuando por fin llegué a ella, intenté tocar su hombro y simplemente se desvaneció.
¿Estaba alucinando?

Me senté donde ella estaba de rodillas y sentí aquel dolor. 
Creo que me desmayé, porque sé que era otro día cuando por fin desperté.

No volví a aquel lugar. Hasta hoy.

2 de junio de 2019

Trommmmmmmpeta

Escuchen, escuchen; ahí viene, allí se acerca.
Viene rápido, se acerca velozmente.
Señor, señor, ¿qué hará en las tierras desiertas?
No se lleve la masa que nos sostiene, no nos dejes sin la suspicaz consensualidad de nuestras existencias.
No nos encierre en la corriente desaventuranza de la celda, solo quisimos alguna vez vivir el sueño de la vida.

La trompeta re-suena. TUTURURUUU.
Se lleva, se quema y se deshecha lo que alguna vez nos elevó. Nos echan y nos borran.

Sudor sobresale por aquella pesadilla que al corazón aceleró y la mente desesperó.

Grilla

Una de las mayores conmociones del hombre será encontrar lo que ellos ansían. 
El mayor secreto solo podrían saberlo los del corazón bien intencionado y manos sucias. 

Con corazón ardiente, con azul en sus miradas, ellos tienen el secreto del balanceo circundante de los que recolectan fantasía dentro de las cuevas de la desilusión. Allí se asentarán para la mayor misión de las sociedades que aún desean perdurar.

Si fallasen, lo que tiene de especial la palabra se perderá en la nebulosa de los descontrolados. 

Prusten

En medio de las llamas de la casa abandonada, se escondía un tesoro que estaba por fallecer si no fuera por la fiera de la nieve.
Sin temor, la bestia se acercó al incendio porque escuchaba los débiles respiros que estaban apagándose. Llevó a la pequeñura a su refugio, lejos de la civilización que se auto-amedentraba por su fuerza.

Ella estaba protegida con aquella criatura de la blanca nieve, que le alimentaba y daba calor.

Creció en cuatro años, sin saber pronunciar palabra alguna; completamente salvaje ante la mirada de aquel hombre que la encontró. Al intentar interceptarla, su cuidador intentó protegerla solo para luego recibir un fuego que le atravesó el corazón. Miró a su niña que la alejaban y suspiró un amargo silencio.

¿Qué harán con el tesoro que una vez ignoraron?




19 de mayo de 2019

Tintiritero

Bajo el espectro de la marginalidad, una de las costumbres más llamativas es la que apenas puede sostenerse en la cuadrática consensualidad de la ternura. 

Sin la mayoritaria contextualidad de la colectividad, tal vez las respuestas serían meramente distantes a la mirada comprensiva.

No hay cuestión palpable que la de concernir un tálamo de superstición. ¿Tendrá sustancialidad la mera coincidencia trascendental de la ironía vibratoria?

Quizá sea solo fruto de la mortalidad de los cuerpos non-carton.  

5 de mayo de 2019

Cercanías

Dentro de la casa de vapor, por las paredes se pasean esos fantasmas que aún recuerdan la fecha de septiembre en que cayeron al abismo.

En cada esquina de la habitación, detrás de cada puerta, por las ventanas... Ahí están, y no se irán hasta que caigan como ellos. 

Existen simultáneos y desesperantes momentos en que encuentran la posibilidad de correr hacia el alma de los que aún sobreviven en una sonrisa y una pizca de incertidumbre. 

Correr riesgos es el destino de los osados, pero ellos no pudieron elegir su mortal final. Por lo cual ahora atormentan a los que caminan sin dirección y sin ornamentas de la autenticidad del espíritu. 




7 de abril de 2019

Abrasión

Se volteó hacia mí y dijo:
-Querida, este negocio jamás termina, así son las vueltas de la vida. Podrías quedarte toda tu miserable existencia buscando lo que creíste perder, pero lo que tratás de hallar no está en este plano; es tu imaginación que quisiera poder buscar una solución a un problema que nunca existió. 

Su amarga mueca me arrastró hacia otra esquina de mi mente: ¿acaso esto es una perdida de tiempo? ¿Por qué querrían hacerme perder tanto de mí? La ganancia de eso es tan vaga que me enloquecería pensar que simplemente se trata de un camino que nos ilusiona a otra parte en donde nos perderemos para siempre.

Sonrió. Sabía que había conseguido de mí lo que buscaba. Miré el suelo, y aquellas pisadas que alguna vez se acercaron a mí, desaparecían en el viento y la neblina de la incertidumbre.

-¿Ya no volverán las pisadas?-Pregunté con un dejo de tristeza.
-Mañana olvidarás que alguna vez estuvieron cerca.






La pecera tenía una grieta y salía una leve centrifugación. Los peces no notaban que cada vez había menos agua. Y jamás lo sabrían.