24 de noviembre de 2020

Susurros

 -Mi alteza, ¿cuánto tiempo más va a perder mirando por la ventana? Ha estado así desde que Segismundo dejó de vivir hace tres días.

-Todo lo que haga falta, Petrol. No logro entender cómo fue que alguien envenenó esa flor. Debe haber alguna explicación.

Petrol le sirvió una taza de té a Aristicia. 

-Disculpe mi atrevimiento, pero si no toma su té, es imposible que pueda irme a hacer mis otros labores.

Aristicia se volteó a mirarle y asintió. Tomó unos dos sorbos de té y le pidió a Petrol que se fuera.

Volviendo a su insistente labor de mirar por la ventana, observó una luz titilante desde unos arbustos de afuera de su residencia.

-¿Qué es eso? 

Aristicia se levantó de su pensamiento letárgico y se dirigió hacia las escaleras a investigar. En el camino, Petrol la observó y se dirigió a ella con cortesía.

-Lady Aristicia, ¿a dónde se dirige?

-A observar las flores del jardín. Como siempre lo hago, ¿verdad?

Petrol asintió.

Aristicia siguió su camino, evitando sospechas de los demás. Mientras atravesaba los largos pasillos en silencio, recordaba a Segismundo: aquellos juegos que solían tener en su niñez, las ocurrentes travesuras que le obligaba cometer. "¿Por qué alguien buscaría matarle? No era mala persona, solo algo inquieto."

Luego de salir de la residencia, y a medida que más se acercaba a los arbustos, su corazón latía con más fuerza que antes. "¿Por qué estoy indagando tanto? No encontraré ninguna respuesta aquí". Entre el gran silencio, ella se sumergía más y más en sus pensamientos.

-¿Qué estás buscando? Dijo una voz en susurro.

Aristicia gritó del susto. Como mejor pudo, se reincorporó.

-¿Q-quién eres?

-Ya deberías saberlo, lady. Con voz suave y grave.

...




11 de noviembre de 2020

Prisma

 -Mientras sigas persiguiendo el color, más te hundirás en la espesa oscuridad. Sería mejor que no continúes evitando las líneas, ellas son las únicas que te permitirán encontrar un curso. Y si tanto temes la adversidad, ¿por qué estás presente ahora? 

-No puedo marcharme aún.

-¿No quisieras?

-No lo sé, prefiero no pensar en eso, pero ¿cómo hago para avanzar?

-Mira el camino que has hecho antes de continuar. ¿Lo recuerdas? ¿Lo puedes ver?


Matorrales donde se escondía, poco visibles. Un cable colgado, sin forma alguna. Filosas hojas enterradas. Mustios ropajes. Cadenas rotas guardadas en bolsos. Piedras en los bolsillos.


-Nada me sirve para avanzar.

-¿Qué harás ahora?

-Cavar otra vez.

-¿Por qué?

-Es hora de buscar algo que no recuerdo qué es.


Uñas rotas. Agua que forma barro. Sudor y hastío.


-¿Para qué te esfuerzas tanto?

-Es la única forma que me queda.


Agua limpia. 


-¿Se podrá tomar?

-No lo sé, pero probaré. Tal vez pueda...


Con tanto cansancio, se cae. Olvidó nadar. Y ya no estaba aquel espejo. 

Burbujas incesantes, visión borrosa. Ojos que se cierran.