21 de julio de 2015

Leyenda del caos

  Cuenta una vieja leyenda el génesis del caos. Tan vieja que los más jóvenes no la recuerdan, y los más adultos la olvidaron.
   Como seguía contando, antes había un hombre inmortal que mantenía el orden de los tan (y aún) primitivos humanos mortales (Shalom). Este ser había mantenido la paz durante millones de años, pero no podía congeniar con nadie, porque era el único ser que no moría; por lo que sus sentimientos eran eternos, pero a quienes amaba no. Debía ser neutral para resolver las discordias, mantener la equidad y defender al débil del fuerte atroz.
   Un día tan lejano, como lo fue la paz, una dulce mujer conoció a este ser. Pero algo extraño surgió de ese encuentro: ella no se vio beneficiada, como tampoco desdichada. Algo que le suceden a los humanos mortales es que no pueden vivir sin acechar los extremos de las envergaduras vitales. Eso fue la base del desdén de la mujer hacia la humanidad.
     ¿Alguien pensó que eso traería resultados maliciosos? Quien seas, tuviste razón: TODO SE CORROMPIÓ DENTRO DE ELLA, y su sutil forma humana se transformó en una maligna estrategia.
    La mujer se enredó del ser inmortal, para corroer toda perpetuidad humana. Él no pude resistirse a su inminente feminidad, pero ella transmitió tanta energía que nació el Caos.
    Ella falleció; él quedó tan solo. No pudo soportar el dolor y se encerró bajo el océano inmenso, donde nadie lo encontrase.
    Caos creció solo, sin padres, sin parientes. Sólo con humanos para ver. Su problema es que amaba, odiaba. Al congeniar, arruinaba más las cosas de los mortales. Tenía los sentimientos de un humano, pero la perpetuidad y displacer de vivir siempre. La confusión vive en él: no puede mantener la paz como su desaparecido padre, ni amar u odiar como su fallecida madre.
    Él se divierte o se acongoja de tus situaciones mortales. Caos está solo.
  
  

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

(?)