1 de junio de 2015

Carne de sacrificio

Me siento preso de tus palabras tan mundanas. Tus dulces labios me susurran promesas que jamás nadie me ha dicho. ¿Cómo ayudo para que las cumplas?
Creo que me quedé atado a vos, como un servil esclavo; sos mi realeza, mi reina. ¿Debo humillarme a tus pies para que notes mi fidelidad?
Ya no conozco la integridad: me despojaste de aquel peso que decías que eran mis cadenas. ¡Cuán agradecido me siento de que aceptes mis defectos con tal de quedarte con todo lo bueno que tengo! 
Esperá: ¿por qué ya no puedo tomar agua de la expresión? Pensé que ese era parte del trato...
Hey, ¡dejá de quitarme mis dulces deseos y mi fuerza! ¿No ves que tengo derechos?
No puedo creer que haya firmado aquel estúpido contrato sin ver bien. Espero otra mejor época para suplicar...

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